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Aprendizajes Esperados
Aprendizajes Esperados
- Conocer las principales características de la evolución de los países de América Latina en el siglo XIX y sus relaciones con los Estados Unidos.
- Conocer y comprender los factores que ocasionaron el estallido de grandes conflictos sociales y militares en Europa, a principios del siglo XX.
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América Latina y Estados Unidos en El Siglo XIX
América Latina y Estados Unidos en El Siglo XIX
Primera Guerra Mundial Revolución rusa Conformar una monarquía constitucional o una república eran las opciones de organización política que, en mayor o menor grado, se barajaron tras la independencia en las ex colonias españolas de América. Esta disyuntiva no era la única a que se enfrentaban: En caso de optar por una república, debían definir si esta sería centralizada (unitaria) o federalizada, siguiendo el ejemplo norteamericano.
A estas opciones, se agregaban una serie de problemas de orden práctico que contribuyeron a dificultar la organización política de estas naciones: La inexperiencia política, la acción de caudillos de todo tipo que se hacían del poder y los problemas económicos derivados de la misma guerra de independencia eran factores que aumentaban las dificultades.
La intensidad con que estas realidades se dieron en los distintos países hizo que la duración de este período de “ajuste” o de “organización” fuese variable. En Chile, por ejemplo, se extendió desde 1823 a 1830; en México, en cambio, se prolongó hasta 1867 y en Argentina hasta 1861. Esta situación derivó también en la promulgación y aplicación de un crecido número de textos constitucionales que trataban de organizar coherentemente a estas naciones.
Todos los países, finalmente, optaron por el modelo republicano, lo que no quiere decir que, en algún momento, no se hayan organizado como monarquías, como ocurrió en México entre 1822 y 1824 cuando reinó Agustín de Iturbide y posteriormente, con la imposición –por parte de los sectores conservadores, quienes contaron con la ayuda de Francia–, de Maximiliano de Austria entre 1864 y 1867. Caso similar es el de Brasil que, a partir de su independencia y hasta fines del siglo XIX, fue un imperio. También fue común la existencia de dictaduras o gobiernos fuertes, como ocurrió en Argentina con Juan Manuel de Rosas (1835-1852).
Otra de las características comunes a estas naciones fue el temprano endeudamiento externo. Económicamente, continuaron siendo productoras de materias primas (especialmente agropecuarias y mineras) y consumidoras de productos manufacturados de origen europeo y norteamericano. Es por eso que se ha afirmado que la independencia simplemente implicó, en estas materias, cambiar a España por Inglaterra.
La afluencia de capitales externos, especialmente ingleses, permitió realizar grandes obras públicas, tales como construcciones portuarias, caminos, tendidos ferroviarios y otras, que se relacionaban directamente con los procesos productivos. No Obstante estos “signos de modernidad”, muchas realidades coloniales permanecieron vigentes, tal como ocurrió con la gran concentración de la propiedad agrícola o latifundio y el predominio de la iglesia católica en materias religiosas. En esta última materia es posible encontrar una excepción en México, donde el liberalismo tuvo muchísima más fuerza que en los demás países.
En el fondo, las sociedades hispanoamericanas continuaron siendo tradicionales, y sus instituciones políticas eran controladas, a través de diversos mecanismos, por las elites dirigentes, las mismas que habían protagonizado el proceso revolucionario de independencia. La situación de los grupos bajos, conformados en general por mestizos, indígenas, negros y castas, no experimentó mayores variaciones, siendo la más destacada de ellas, la abolición de la esclavitud. Solo hacia fines del siglo XIX, se iniciaría el proceso de ascenso de la clase media, que surgirá gracias a los sistemas de educación pública.
Culturalmente hablando, la intelectualidad de estos países buscaba la creación de una identidad cultural propia, que los diferenciara entre sí y de España, y fue precisamente por esto último que dirigieron sus miradas hacia Francia y su cultura. Entre los principales exponentes de la cultura hispanoamericana del siglo XIX deben destacrse a personajes tales como José Cecilio del Valle (Honduras), Antonio José de Irisarri (quien se destacó e influyó en Chile, México, América Central, Perú y Bolivia); José Joaquín Olmedo (peruano); Domingo Faustino Sarmiento (argentino) y Andrés Bello (venezolano por nacimiento y chileno por gracia de una ley especial).
• Estados Unidos y América Latina Uno de los primeros planteamientos que hizo Estados Unidos respecto de América Latina fue la “Doctrina Monroe”, esbozada por el presidente James Monroe, en 1823. Esta doctrina es un planteamiento unilateral de política exterior que ha sido resumido en una frase que Monroe no pronunció, pero que representa muy bien su sentido: “América para los americanos”.
Monroe planteó que América, en la acepción en que la palabra es utilizada en Estados Unidos, es decir, como referencia a su propio territorio, no estaba abierta a nuevos procesos de colonización, lo que era una advertencia a Rusia, nación que se expandía por la costa del Pacífico norte; agregó que Estados Unidos consideraría como una amenaza a su propia seguridad cualquier intento de las monarquías europeas por alterar el sistema político imperante en las ex colonias españolas, específicamente en aquellas que ya eran repúblicas independientes y habían mantenido esa condición. Al señalar esto último, Monroe hacía una clara advertencia que conllevaba otra realidad: Estados Unidos fijaba su propia esfera de influencia. Las potencias europeas podían intervenir en otras partes del mundo, pero no en América. En este contexto, la frase a que se aludió anteriormente cobra validez: América para los americanos, es decir, el continente era el área de hegemonía de los americanos (estadounidenses).
Esta doctrina quedó claramente demostrada con el posterior proceso de expansión territorial que Estados Unidos inició, no solo mediante la ocupación de las tierras que reclamaba como propias al oeste de los montes Apalaches, sino que también con la incorporación de territorios que formaban parte de México, tal como ocurrió con los actuales estados de Texas y California. En efecto, en 1835, los colonos norteamericanos que vivían en Texas (un 85% de la población), ante los cambios políticos ocurridos en México, declararon su independencia, la que lograron mantener. En 1837, los Estados Unidos reconocieron al nuevo país que, al poco tiempo, fue aceptado como nuevo estado integrante de la unión norteamericana.
Este hecho desencadenó una guerra entre ambas naciones, que finalizó en 1848 con la firma del tratado de Guadalupe-Hidalgo, por medio del cual el derrotado México debió entregar un total de 3.068.692 kilómetros cuadrados de su territorio, en los que se incluyó California (territorio que, estallada la guerra, también se independizó de México), Nevada, Arizona y algunas áreas de Utah, Colorado, Nuevo México y Wyoming.
El dominio que los norteamericanos establecieron en el Pacífico implicó nuevas realidades geopolíticas que se expresaron, no solo en la necesidad de unir su territorio por vía terrestre, sino que también en cuestiones de seguridad. Un punto esencial para ello era la isla de Cuba, desde la que se podía controlar el acceso al Golfo de México. Por ello, ofrecieron por ella, hasta 130 millones de dólares a España, la que siempre rehusó desprenderse de los últimos jirones de su otrora extenso imperio (Cuba, Puerto Rico y las Filipinas). En forma paralela, grandes capitalistas estadounidenses invirtieron importantes sumas de dinero en la agricultura azucarera de la isla. Estas inversiones se vieron amenazadas por la guerra de independencia cubana, la que, iniciada tiempo atrás, se reactivó en 1895.
En Estados Unidos se desarrolló un sentimiento de simpatía hacia el pueblo cubano y de anti hispanismo, circunstancia que fue explotada por la prensa sensacionalista dirigida por Joseph Pulitzer y William R. Hearst, promoviéndose una declaración de guerra contra España.
En febrero de 1898, el Maine, un buque norteamericano, explotó en el puerto de La Habana. Este hecho, cuyo origen no se logró precisar completamente, sirvió para que aquellos sectores expansionistas norteamericanos reclamasen más activamente el inicio de las hostilidades, lo que se hizo efectivo ese mismo año.
La derrota española permitió que Estados Unidos controlaran Puerto Rico (hasta la actualidad) y las Filipinas (hasta 1946). Cuba logró su independencia, pero su hacienda pública y sus relaciones internacionales quedaron bajo supervisión estadounidense hasta 1934.
La guerra contra España implicó la creación de un imperio norteamericano ultramarino y por ello, surgió la necesidad de construir un paso interoceánico que uniera el Atlántico y el Pacífico. El primer intento por construirlo en Panamá, territorio que entonces formaba parte de Colombia, fue el realizado, a partir de 1878, por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps, quien tenía experiencia en este tipo de obras, pues había dirigido la construcción del canal de Suez, que une el mediterráneo con el mar Rojo. Sin embargo, el intento en Centroamérica terminó en un fracaso, por lo que su empresa, la Compañía Francesa del Canal de Panamá, fue vendida a un grupo de capitalistas norteamericanos que habían formado la Panama Canal Company, con el único objetivo de revender los activos, maquinarias y derechos al gobierno estadounidense.
Canal de Panamá.
FuenteComo el interés por la construcción de este canal interoceánico era tan grande, se constituyó otra empresa, la Nicaragua Canal Company, que adquirió los derechos en ese país. Estados Unidos tenía, entonces, dos alternativas para la realización de la obra.
Efectuados los estudios pertinentes por una comisión de expertos, se recomendó la ruta nicaragüense. Inmediatamente, los socios de la Panama Canal Company se pusieron en campaña para influir en el gobierno. El presidente Theodore Roosevelt decidió dejar la decisión en manos del Congreso. En esas circunstancias, se produjo una violenta erupción volcánica en Nicaragua, lo que bastó para descartar aquella posibilidad. Se procedió, entonces, a negociar y a firmar el correspondiente tratado con el gobierno colombiano, pero el Senado de ese país lo rechazó.
Ante esto, Roosevelt reaccionó violentamente y advirtió al gobierno de Bogotá que debía comprender “lo mucho que está estropeando las cosas y comprometiendo su porvenir”. En Nueva York, se reunieron personeros del Departamento de Estado norteamericano, empresarios panameños y agentes de la Panama Canal Company. El 3 de noviembre de 1903 estalló una “revolución de independencia” en Ciudad de Panamá y se instaló un nuevo gobierno, que fue rápidamente reconocido por Estados Unidos, país que también paralizó cualquier reacción militar colombiana. Pocos días más tarde, el 18 de noviembre, se firmó el tratado entre Estados Unidos y Panamá para la construcción del canal, el que incluyó la cesión de 1.432 kilómetros cuadrados de territorio del nuevo país. Finalmente, el canal se inauguró en 1914.
En líneas generales, las tres situaciones recién descritas explican la actitud que, en el siglo XIX, asumieron los Estados Unidos hacia América Latina. Ya en el siglo XX, se manifestó el interés de algunos presidentes norteamericanos por cambiar ese orden de cosas, tal como ocurrió en el caso de Woodrow Wilson, quien procuró terminar con las intervenciones, pero por diversas razones debió mantener esa política, tal como ocurrió respecto de México (1916), Haití en 1915, Cuba en 1917 y en Nicaragua (en contra del nacionalista Augusto Sandino, a inicios de la década de 1930).
Posteriormente, a partir de 1933 la política norteamericana hacia América Latina cambió radicalmente tras la llegada al poder del presidente Franklin D. Roosevelt, quien inauguró lo que se denominó la “política de la buena vecindad”.
Pruebas concretas de este nuevo espíritu en las relaciones diplomáticas se encuentran, por ejemplo, en la negativa de Roosevelt a intervenir en México, país que en 1938 nacionalizó la industria petrolera, dañando con esta medida los intereses de varias empresas norteamericanas; en 1934, ya se había terminado con el protectorado norteamericano sobre Cuba y se había dado vida al Export-Import Bank, que aportaba fondos para el desarrollo de los países latinoamericanos. En la misma línea, se inserta la actitud observada durante la Segunda Guerra Mundial. En la Conferencia Panamericana de 1938, los Estados Unidos advirtieron sobre el peligro que implicaban Alemania e Italia, y solo tras la invasión de Polonia (1939), se tomaron medidas frente a esta amenaza, creándose una Zona de Neutralidad Continental de 300 millas de ancho, la que fue declarada libre de hostilidades.
Al año siguiente, se acordó que cualquier posesión americana de un Estado europeo (el caso de las colonias de Holanda, Francia e Inglaterra), que fuese amenazada por algún país no americano (concretamente Alemania), sería defendida y administrada por todos los estados americanos.
Durante el desarrollo del conflicto mundial, la cooperación latinoamericana hacia Estados Unidos fue manifiesta, aunque algunos países, como Argentina y Chile, tardaron en romper relaciones con las potencias del Eje, llegando algunos, específicamente Brasil, a participar directamente en las hostilidades.
• Estados Unidos: la construcción de una potencia mundial Entre 1860 y 1865, Estados Unidos enfrentó un duro conflicto interno, la Guerra de Secesión o guerra civil, derivada de los temores de los estados del sur ante eventuales intervenciones del gobierno federal en lo relativo a la esclavitud. A este respecto, es importante aclarar que la guerra no se produjo porque el presidente Abraham Lincoln quisiera abolir aquella institución, lo que estaba fuera del ámbito de sus facultades constitucionales. Si bien en lo personal, Lincoln era contrario a la esclavitud, nada podía hacer, pero como los sureños creyeran que intervendría en el problema, decidieron separarse de la unión norteamericana y ese fue el detonante del conflicto. El presidente declaró la guerra para mantener la integridad del país.
Concluida esta guerra, con la victoria de los estados del norte, el país debió abocarse a su reconstrucción, proceso que implicó la transformación del régimen social de los estados del sur, así como además la reconstrucción de su estructura agraria. Ya hacia 1870, los efectos eran visibles, especialmente en la diversificación de cultivos, la explotación de nuevas tierras y el crecimiento de la industria textil.
En el campo de la tecnología y la industria, el avance fue más notorio. La industria del hierro y el acero fue impulsada por grandes capitalistas, como Andrew Carnegie, el fundador de la United States Steel Corporation, un trust que controlaba la producción y los mercados. Otra concentración de propiedad industrial fue la Standard Oil Company, creada por John D. Rockefeller.La sociedad norteamericana estaba cambiando. La población era cada vez más urbana y contaba con adelantos tecnológicos tales como el teléfono (1876), la máquina de escribir (1867), sumadoras, linotipias, etc. Su número también crecía vertiginosamente, debido al gran flujo de inmigrantes que arribaban al país.
Los industriales adquirieron gran poder, pero el gobierno estuvo pronto a efectuar las rectificaciones correspondientes para evitar abusos en los precios. Paralelamente, los sindicatos iniciaron sus luchas reivindicativas, fundándose, en 1886, la American Federation of Labor.
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Orígenes y Desarrollo de La Primera Guerra Mundial
Orígenes y Desarrollo de La Primera Guerra Mundial
Entre los factores que explican el estallido de la Primera Guerra Mundial, que son variados, uno de los más importantes fue el nacionalismo. El interés de los gobiernos por aumentar el prestigio, el poder y la gloria de sus respectivas naciones, se convirtió en una competencia que, lentamente, fue enturbiando las relaciones internacionales.
Francia anhelaba un desquite respecto de Alemania por la derrota sufrida en 1871 y quería recuperar los territorios de Alsacia y Lorena. Alemania, por su parte, aspiraba a ocupar un lugar de mayor predominio en la política europea, incluso en cuestiones militares, especialmente en lo referido a su armada, lo que, a su vez, originaba los recelos de Inglaterra, nación que se autodenominaba “reina de los mares”.
Otros pueblos europeos, como los eslavos, que se hallaban dominados por los imperios de Austria-Hungría y Rusia, aspiraban a su independencia.
La rivalidad entre las naciones también se manifestaba en su interés por lograr grandes posesiones territoriales extracontinentales, es decir, transformarse en imperios coloniales, cuyos dominios se extendían por todo el mundo, pero especialmente en África y Asia. Esta realidad hacía que las rivalidades existentes entre las naciones europeas también se proyectaran fuera del Viejo Mundo.
Cada nación pretendía, además, contar con el potencial militar que le permitiera hacer valer sus opiniones en la política exterior y defender sus territorios ultramarinos, lo que se tradujo en una carrera armamentista que, en definitiva, no se detenía. Es por esto que al período previo al estallido de la guerra se le ha denominado “Paz Armada”. Si bien no existía un estado de guerra, las condiciones para ella estaban dadas. El sistema de equilibrio que había sido diseñado tras las guerras napoleónicas, en el Congreso de Viena, había funcionado y el potencial bélico europeo estaba equilibrado.
Como cada país buscaba una seguridad mayor, se inició la formación de alianzas. Dos de estas coaliciones serán las que se enfrentarán, inicialmente, en la conflagración que estalló en 1914. Por una parte, la Triple Alianza, integrada por Alemania, Austria-Hungría e Italia y, por la otra, la Triple Entente, en la que figuraban Francia, Rusia e Inglaterra. Una serie de acuerdos firmados al interior de cada una de ellas aseguraba el auxilio militar del resto. Por ejemplo, si Francia atacaba a Alemania, esta última contaría con la ayuda austro-húngara e italiana; al existir guerra entre Francia e Italia, Inglaterra y Rusia acudirían en ayuda de la primera, lo que implicaba que estallarían las hostilidades entre Rusia y Austria-Hungría, y así sucesivamente.
Este cuadro de rivalidades y alianzas fue poniendo a Europa al borde de la conflagración. Solo bastaba un detonante y ese hecho se produjo en la ciudad de Sarajevo en 1914. La zona de los Balcanes se había convertido en uno de los principales focos de tensión, debido a la rivalidad entre los imperios dominantes en la región, Austria-Hungría y Rusia. A lo anterior se sumaba el interés de Servia por lograr la unión de todos los pueblos eslavos, idea en la que era apoyada por Rusia. El gran obstáculo para que este anhelo se hiciera realidad era la política austro-húngara. Fue en este contexto que una asociación secreta servia planificó un atentado contra el archiduque austriaco Francisco Fernando, quien fue asesinado en Sarajevo. Este hecho precipitó la guerra entre estos dos países y puso en movimiento a las dos alianzas: Rusia apoyó a Servia en contra de Austria-Hungría, lo que obligó al resto de los países a involucrarse.
El desarrollo de la “Gran Guerra”, como también se ha denominado a este conflicto, puede dividirse en dos partes. La inicial, denominada guerra de movimiento, y la segunda, de trincheras. La primera se caracterizó por los desplazamientos de tropas, ya sea en ataque o defensa, como ocurrió con la ofensiva inicial de Alemania en contra de Francia, la que se realizó cruzando Bélgica, pero fue detenida en el río Marne. Tras esto, la guerra se estancó y cada bando se refugió en trincheras, situación que se mantuvo hasta 1917. La vida en ellas no era fácil porque, además de los intentos por tomarlas por asalto, en los que además de artillería se utilizaban gases mortíferos, los soldados debían soportar todo tipo de enfermedades. Ninguno de los dos bandos fue capaz de romper este “empate”.
En el frente oriental, mientras tanto, los rusos penetraron hasta Prusia, pero su avance fue detenido en la batalla de Tannenberg, después de la cual, austriacos y alemanes tomaron la iniciativa. Al poco tiempo, Turquía se sumó al conflicto apoyando a la Triple Alianza, y en 1915, Italia se retiró de esta coalición. Tras la revolución rusa de 1917, el gobierno de Lenin negoció la paz por separado, lo que permitió que las potencias centrales se concentraran en el frente occidental.
La guerra de trincheras probó, en definitiva, que el equilibrio armamentista era efectivo, pues ninguno de los dos bandos fue capaz de imponerse sobre el otro. Solo el ingreso de los Estados Unidos al conflicto inclinó la balanza en favor de la Triple Entente.
Al estallar la guerra, el gobierno norteamericano manifestó su intención de mantener la más absoluta neutralidad. Sin embargo, la guerra submarina desarrollada por Alemania, a partir de febrero de 1917, fue considerada por los norteamericanos como una abierta violación a sus derechos neutrales al comercio. Ello se vio agravado por el hundimiento de varios barcos en que viajaban ciudadanos estadounidenses.
El ambiente anti alemán fue creciendo y paulatinamente, la idea de mantener la neutralidad se fue perdiendo, máxime cuando se interceptó un telegrama de la cancillería alemana que daba instrucciones al embajador de aquel país en México, en las que se hablaba del apoyo germano a cualquier acción que los mexicanos emprendieran en contra de Estados Unidos. Así, el presidente Woodrow Wilson se vio obligado a declarar la guerra a Alemania y sus aliados.
Los Estados Unidos intervinieron con todo su potencial militar e industrial, logrando romper el empate que se vivía en Europa y poniendo fin a un conflicto en el que murieron alrededor de 8.500.000 personas.
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La Revolución Rusa
La Revolución Rusa
A principios del siglo XX, el imperio ruso abarcaba aproximadamente, 22 millones de kilómetros cuadrados de territorio, el que era gobernado por la familia de los Romanov, uno de cuyos integrantes, Pedro I, había iniciado un proceso de “europeización” del país alrededor de 1697. Su idea era transformar a la sociedad, fortalecer al Estado y promover el desarrollo industrial. Los sucesores de este monarca no estuvieron a su altura, hasta que en 1763, Catalina II, apodada “la grande”, asumió el trono imperial. Bajo su dirección, el imperio fue ampliado considerablemente y su política interior fue similar a la aplicada por Pedro I, es decir, de corte europeo, llegando incluso a interesarse por los planteamientos ilustrados de su época. Intentó mejorar las condiciones de vida de los campesinos, pero debió enfrentar la fuerte oposición de los nobles, a la que se sumó una sublevación popular que debió reprimir. Este estallido, según han indicado algunos historiadores, sería la causa de un retroceso en las posturas liberales de la zarina.
En 1796, fue sucedida por su hijo Pablo I, el que realizó algunas reformas en el régimen laboral de los siervos, pero su gran preocupación estuvo en enfrentar a Francia. En todo caso, debe anotarse que fue un gobernante despótico que murió asesinado en su propio palacio. Quien lo sucedió, Alejandro I, puede ser calificado como un reformista liberal que incluso, planeó la dictación de una constitución. Sin embargo, la situación de Europa, convulsionada por las guerras napoleónicas, lo obligó a ocuparse más de la política exterior. Terminadas estas, su política interna fue reaccionaria, oponiéndose a cualquier innovación, lo que facilitó la aparición de todo tipo de sociedades secretas en las que se empezó a gestar un ambiente revolucionario.
Ante el temor de una insurrección, el zar Alejandro III dispuso una estricta vigilancia sobre la intelectualidad rusa y sobre otros grupos étnicos, especialmente los judíos.
Las condiciones de trabajo en las industrias rusas, concentradas especialmente en Moscú y San Petersburgo, no eran distintas a las que se vivían en el resto de Europa. Ello facilitó que los obreros dieran amplia acogida a los postulados revolucionarios marxistas.
Los Romanoff, última familia imperial rusa
fuenteEl último de los zares rusos fue Nicolás II, quien asumió el trono imperial en 1894. Su gobierno fue tan autocrático como el de sus predecesores, ejerciendo un férreo control policial.En 1905 estalló un movimiento revolucionario en San Petersburgo. Una multitud se dirigió al Palacio de Invierno a presentar sus reclamos y fue duramente reprimida por las fuerzas militares, muriendo cientos de personas. Este hecho desencadenó varias protestas más. Como en esos momentos, la guerra que se sostenía contra Japón fuera desfavorable, el zar se vio en la necesidad de permitir la formación de una Duma, es decir, una asamblea representativa. Pero ello no detuvo las protestas, a las que se sumaron algunos militares, como los marineros del acorazado Potemkin.
Aparecieron los primeros “soviets” o consejos obreros, que convocaron a una huelga general. Los revolucionarios fueron reprimidos, pero ello agravó la situación, pues los trabajadores de Moscú se sumaron al movimiento. Solo a principios de 1906, el gobierno recobró el control del país, y la Duma fue disuelta.
Lenin, lider de la revolución bolchevique
FuenteLa participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial solo contribuyó a acrecentar el descontento contra el gobierno. Las tropas rusas desertaban y el zar perdió la confianza del pueblo. A principios de 1917, estallaron rebeliones en Moscú, pero a diferencia de las ocasiones anteriores, en esta oportunidad las fuerzas militares terminaron por unirse a los revolucionarios. El zar se vio obligado a abdicar y el gobierno fue asumido por Alejandro Kerensky. Una de las primeras medidas tomadas por este gobierno fue permitir el regreso de los exiliados y entre ellos, arribó Lenin, quien de inmediato inició la lucha contra el gobierno, prometiendo poner fin a la participación rusa en la guerra, distribuir tierras entre los campesinos y entregar a los obreros, el control de los centros industriales.
La revolución finalmente triunfó el 24 de octubre de 1917. Lenin se hizo del poder e inició el cumplimiento de sus promesas, pero estalló un movimiento contrarrevolucionario. El nuevo gobierno aplicó una política de represión y paralelamente, inició la creación del ejército rojo, que le permitió lograr el control total y poner fin al conflicto interno.
Poco tiempo después se dio vida a un nuevo Estado, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuya constitución se dictó en 1923. Lenin murió el año siguiente y fue reemplazado por Joseph Stalin, quien gobernaría hasta 1953. -
Nuevas Ideologías en Alemania e Italia
Nuevas Ideologías en Alemania e Italia
El presidente norteamericano, Woodrow Wilson, propuso una serie de medidas para que, una vez concluida la “gran guerra”, se pudiese garantizar una paz estable. Entre ellas, figuraban la supresión de acuerdos secretos entre los países, garantizar la libertad de navegación de los mares, reducir los arsenales y el autogobierno y libre determinación de los pueblos. Sin embargo, en las conferencias de paz desarrolladas en Versalles, debió ceder ante las presiones ejercidas por Francia, Inglaterra e Italia, que querían castigar más duramente a Alemania y a sus aliados.
En el tratado de Versalles y en otros que lo complementaron, se dispuso que Alemania debía ceder varios territorios; entre ellos, Alsacia y Lorena a Francia, un corredor que permitiera la salida marítima de Polonia hacia el mar Báltico, y otros que quedaron en manos de Bélgica y Dinamarca. Austria-Hungría debió separarse en dos naciones distintas, desintegrándose su imperio, mientras que Bulgaria y Turquía también debieron hacer cesiones territoriales.
Además, Alemania debía reducir drásticamente su potencial militar y pagar altas compensaciones de guerra (alrededor de 6.500 millones de libras esterlinas).
De las conferencias de Versalles, surgió la creación de la Sociedad de Naciones, que tenía por finalidad supervisar el cumplimiento de los tratados, asegurar la paz, garantizar la independencia y la integridad territorial de los países y administrar algunos territorios. Muchos historiadores afirman que, desde su creación, se hizo patente que esta institución tenía pocas posibilidades de éxito, por cuanto Estados Unidos no formó parte de ella, a pesar de que su presidente había impulsado decididamente su establecimiento.
El impacto de todas las medidas adoptadas contra Alemania creó una situación que contribuyó en, forma decisiva, al estallido de la Segunda Guerra Mundial; ello, especialmente en el ámbito económico, por el alto monto de las indemnizaciones que este país debía pagar, originando un agudo problema inflacionario, que se vio dramáticamente agravado a partir de 1930 con la depresión mundial. Asimismo, el orgullo nacional alemán fue avasallado, y alentó el deseo de muchos alemanes de contar con la oportunidad de un desquite contra Francia. Todo esto, a su vez, generó una compleja situación política que fue hábilmente aprovechada por un nuevo dirigente político, que prometía terminar con la situación imperante y devolver a los alemanes el lugar que merecían en el mundo: Adolfo Hitler.
Las ideas básicas de Hitler se orientaban a formar una gran Alemania, integrada por todos los germanos de raza aria pura, lograr la igualdad de su país con el resto de las naciones, contar con un espacio vital para los alemanes y una economía donde el Estado tuviera una activa participación. Por ello, el partido que lideró se autodenominó nacional-socialista, y en 1933, tras el incendio intencional del Reichstag (parlamento), del cual se culpó artificiosamente a los comunistas, su movimiento se transformó en la fuerza política mayoritaria.
Entretanto, en Italia, había surgido una nueva orientación política más o menos similar, el fascismo. Los fascistas, liderados por Benito Mussolini, eran nacionalistas y revolucionarios, y aspiraban a la reconstrucción del poderío y prestigio de la antigua Roma. En 1922, los fascistas realizaron su célebre “Marcha sobre Roma”, lo que permitió a su líder transformarse en el Duce (conductor) del país. Al año siguiente, todos los partidos políticos, a excepción del fascista, fueron disueltos.
Algunos de los principios nacistas y fascistas
“ Y si la libertad debe ser atributo del hombre real, y no del fantoche abstracto en quien pensaba el liberalismo individualista, el fascismo es partidario de la libertad. Y de la sola y única libertad que puede ser cosa seria, de la libertad del estado y del individuo dentro del Estado. Ya que para el fascista está todo dentro del Estado, nada humano o espiritual existe, y tanto menos valor tiene fuera del estado.”
Mussolini, Benito. “La doctrina fascista”“ Si se quiere hablar con exactitud, no es la libertad lo que es en general necesario, de derecho ecuménico, primitivo y humano: es la autoridad.
…Toda educación y adiestramiento de los jóvenes alemanes deberá tender a inculcarles la convicción de que son superiores a los demás…
…Si dividiésemos a la raza humana en tres categorías – fundadores, conservadores y destructores de la cultura- sólo la estirpe aria podría ser considerada como representante de la primera categoría”
Adolf Hitler. “Mein Kampf” -
La Gran Depresión
La Gran Depresión
Al asumir Herbert C. Hoover la Presidencia de los Estados Unidos (1929), anunció que estaba cerca el momento en que se vería desaparecer la pobreza en el país. Este anuncio y la confianza que trasuntaba hicieron que el valor de las acciones que se transaban en la bolsa de valores de Nueva York iniciaran un proceso de sobrevaloración. Si el valor promedio de los valores en septiembre de 1928 fue de 117, en el mismo mes del año siguiente se elevaba a 225.
Sin embargo, el alza no obedecía a un crecimiento de la economía, sino más bien a una serie de especulaciones bursátiles, por lo que de un momento a otro, esos precios debían bajar hasta recuperar su valor real. El hecho se produjo el 21 de octubre de 1929, cuando el valor de las acciones de la bolsa de Nueva York inició un brusco descenso, que llevó a que el día 23 se transaran más de 12 millones de acciones y el 29, el “Jueves Negro”, se inició el colapso final. En un mes, el precio de los valores se redujo, en promedio, en un 50%. Algunos banqueros y hombres de empresas creyeron que era solo una situación temporal. La tendencia a la baja se mantuvo y en el curso de los tres años siguientes, los precios de las acciones de las cincuenta principales industrias bajaron, en promedio, de 252 a 61; los de las 20 compañías ferrocarrileras, de 167 a 33; y los de 20 compañías de servicios públicos, de 353 a 99.
Miles de personas perdieron sus inversiones; las deudas aumentaron y se deprimió el consumo. La producción industrial disminuyó y se produjo una enorme cesantía que fue creciendo y, al aumentar la oferta de mano de obra, los salarios se redujeron.Esta crisis no se localizó en los Estados Unidos, sino que se expandió por el mundo. La razón de ello estaba en que, tras la Primera Guerra Mundial, ese país había colocado millonarios préstamos en diversas naciones de Europa y América Latina, las que, cada año debían cancelar las cuotas correspondientes en dólares, moneda cada vez más escasa y de menor valor. Ahora bien, la principal fuente de divisas de estos países era Estados Unidos, que compraba gran parte de su producción. Con la crisis, estas adquisiciones disminuyeron notoriamente, por lo que se redujo la disponibilidad de dólares, quedando entonces también afectados por la depresión.
Autoevaluaciones
Pregunta Nº 1
¿Por qué motivo se puede afirmar que tras la revolución de independencia, los países de América Latina solo lograron su independencia política, pero no la económica?
Esa afirmación se funda en que, tras la revolución de independencia, efectivamente los países de América Latina alcanzaron su autonomía política, pero, en materias económicas continuaron siendo dependientes de otra potencia extranjera. El lugar que ocupaba España en su economía, tras la independencia fue ocupado por Inglaterra.
Pregunta Nº 2
¿Cuál es el sentido de la Doctrina Monroe?
El sentido de la Doctrina Monroe es doble. Por un lado, es una advertencia a las potencias europeas en el sentido de no intervenir militarmente en contra de los países de América que, a esa altura (1823), ya habían logrado y mantenido su independencia, fijándose así, de paso, una esfera propia de influencia para el país del norte. En segundo lugar, es una advertencia a Rusia en el sentido de frenar su expansión por la costa del Pacífico norte, en territorios que Estados Unidos consideraba como propios.
Pregunta Nº 3
¿Por qué es posible afirmar que el nacionalismo fue una de las principales fuerzas impulsoras del estallido de la Primera Guerra Mundial?
Es posible afirmar aquello debido a que el interés por lograr una mayor reputación llevó a cada país a buscar territorios donde expandirse, lo que generaba conflictos con otros que estaban en el mismo proceso. Por otra parte, también llevó a un orgullo nacional exagerado y a un interés por lograr una mayor cuota de seguridad, aumentando el poderío de sus fuerzas armadas.
Pregunta Nº 4
¿Cuáles fueron las causas del éxito que tuvieron en Alemania las propuestas de Adolfo Hitler?
Las propuestas de Hitler tuvieron éxito en Alemania, debido al abatimiento en que estaba el país derivado, por una parte, del desproporcionado castigo que venía sufriendo desde el final de la Primera Guerra Mundial y, por otra, de la desmedrada situación económica en que había quedado, la que se agravó como consecuencia de la depresión de 1929. A ello, hay que agregar la promesa de pasar de vencidos y dominados a dueños del mundo, que formula la ideología nazi y que entusiasma a una sociedad “enferma” debido a las consecuencias de la primera conflagración.
Ejercicios
Ejercicio Nº 1
En la segunda mitad del siglo XIX, se produce en Hispanoamérica el ascenso de la clase media, proceso en que constituyó un factor fundamental:
a.- el crecimiento de la educación
b.- el sistema económico
c.- la dependencia norteamericana
d.- el desarrollo de conflictos bélicos
e.- la disminución de la burocracia
Fundamental en el ascenso de la Clase Media fue el desarrollo de la Educación; en mayor medida, la pública, pero con el correr de los años también la educación privada se abre a nuevos grupos sociales que, de esta forma, se insertan eficazmente en los negocios, las artes y los servicios. Paralelamente, van tomando conciencia de su poder como clase independiente y su influencia en la actividad política es cada vez mayor: Forman partidos y proponen sus propios representantes, logrando acceder a las más altas magistraturas.
Respuesta correcta: Alternativa A.
Ejercicio Nº 2
Entre las políticas expansionistas y hegemónicas de EE UU hacia Latinoamérica se cuentan las denominadas “destino manifiesto” y política del “gran garrote”. Esta última se vio expresada claramente en.
I.- La conquista del Oeste
II.- El dominio sobre el cobre chileno
III.- El dominio sobre el Canal de Panamá
La alternativa correcta es III, el dominio sobre el Canal de Panamá. En efecto, para lograr el control del canal, y ante los el fracaso de las conversaciones sostenidas en este sentido con Colombia, Estados Unidos opta por una política más agresiva, al apoyar la independencia de Panamá, neutralizando al ejército colombiano.
La Conquista del Oeste es un proceso propio de EE UU y constituye una expresión de la doctrina del destino manifiesto y, el dominio sobre recursos básicos en América Latina, como es el caso del cobre chileno, es parte de la llamada diplomacia del Dólar.
Respuesta correcta: Alternativa C.
Ejercicio Nº 3
En la Primera Guerra Mundial se enfrentaron dos grandes coaliciones de países. Los integrantes de la coalición conocida como Triple Entente eran:
a) Francia, Rusia e Inglaterra
b) Alemania, Austria-Hungría e Italia
c) Rusia, Italia y Francia
d) Austria-Hungría, Rusia y Francia
e) Inglaterra, Rusia y Austria-Hungría
La única dificultad que presenta esta pregunta es el conocimiento de la materia. En ella, se nos pide identificar a los integrantes de la Triple Entente, es decir, Francia, Rusia e Inglaterra. Un distractor muy poderoso es la letra b), por cuanto en él se consigna a los integrantes de la Triple Alianza, es decir, el “bando rival” de la Triple Entente.
Respuesta correcta: Alternativa A.
Ejercicio Nº 4
La intervención de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial se debió principalmente a:
I. La violación, por parte de Alemania, de sus derechos de neutralidad.
II. Las tentativas alemanas de iniciar una guerra entre estados Unidos y México.
III. El hundimiento, por parte de submarinos alemanes, de naves norteamericanas.
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo III
d) Sólo I y II
e) I, II y III
En esta pregunta, las tres proposiciones presentada son verdaderas. A juicio de Estados Unidos, la guerra submarina irrestricta iniciada por Alemania violaba sus derechos de país neutral. A ello, se sumaron las tentativas alemanas de inducir una guerra entre México y Estados Unidos.
Respuesta correcta: Alternativa E.
Ejercicio Nº 5
¿Cuáles fueron los territorios que Alemania debió devolver a Francia tras la Primera Guerra Mundial?
I. Alsacia
II. Lorena
III. Los Sudetes
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo I y II
d) Sólo II y III
e) I, II y III
Esta pregunta es de conocimiento exacto, es decir, se sabe o no la respuesta. Los territorios en cuestión eran Alsacia y Lorena, los que Francia había perdido en la guerra Franco-prusiana a fines del siglo XIX.
Respuesta correcta: Alternativa C.
Ejercicio Nº 6
El presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson propuso una serie de ideas para garantizar la paz, luego de la victoria sobre Alemania, entre las que se contaban:
I. Diplomacia abierta
II. Libre navegación de los mares
III. Reducción de arsenales
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo III
d) Sólo I y II
e) I, II y III
Las ideas propuestas por Wilson para lograr una paz sin victorias, es decir, sin castigar en exceso a los vencidos en la primera guerra mundial contemplaban cada una de las propuestas consignadas en los números I, II y III. Sin embargo, en Versalles, se impuso la idea de castigar duramente a Alemania.
Respuesta correcta: Alternativa E.
Ejercicio Nº 7
Entre los factores que provocaron el fracaso de la Sociedad de las Naciones se encuentra(n):
I. El que Estados Unidos, primera potencia del mundo, no haya formado parte de ella.
II. Su paulatino reemplazo por la Organización de las Naciones Unidas.
III. La política exterior británica, que restaba legalidad y fuerza a sus resoluciones.
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo III
d) Sólo I y II
e) I, II y III
En esta pregunta se consulta sobre la razón por la cual la Sociedad de Naciones no pudo constituirse en una organización eficiente, y ello se debió fundamentalmente a que la principal potencia mundial, Estados Unidos, no se integró nunca a esta asociación, restándose fuerza a sus resoluciones.
Respuesta correcta: Alternativa A.
Ejercicio Nº 8
El último de los zares rusos, perteneciente a la familia Romanov, fue:
a) Pedro I
b) Alejandro II
c) Nicolás II
d) Alejandro III
e) Pedro II
Nicolás II fue el último de los zares de Rusia.
Respuesta correcta: Alternativa C.
Ejercicio Nº 9
Entre las semejanzas que es posible establecer entre el nacional socialismo alemán y el fascismo italiano, se puede mencionar que ambos:
I. Instauraron regímenes totalitarios
II. Eran expansionistas
III. Eran democráticos
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo I y II
d) Sólo II y III
e) I, II y III
En este caso, solo las proposiciones de los números I y II son verdaderas. Si aceptamos que tanto el fascismo como el nacional-socialismo eran totalitarios, debemos, por lógica, descartar la propuesta del número III (y viceversa , si pensamos que eran democráticos, lo que en todo caso, no es correcto). Ahora bien, el expansionismo constituyó una de las ideas centrales de ambas doctrinas, en el caso del fascismo se definió como el espacio vital.
Respuesta correcta: Alternativa C.
Ejercicio Nº 10
Los efectos de la crisis de 1929 se hicieron mundiales debido a:
I. Las deudas que muchos países tenían con Estados Unidos.
II. Las decisiones erróneas adoptadas por el Fondo Monetario Internacional.
III. La disminución de las importaciones de Estados Unidos.
a) Sólo I
b) Sólo II
c) Sólo III
d) Sólo I y II
e) Sólo I y III
En este caso, solo las proposiciones I y III son verdaderas. Después de la Primera Guerra Mundial, EE UU se convirtió en el primer acreedor del mundo y la crisis que sobrevino en términos productivos y financieros, hizo que disminuyeran las importaciones. El Fondo Monetario Internacional es un organismo de creación posterior.
Respuesta correcta: Alternativa E.